El Premio Nobel de Economía de este año 2025, Philippe Aghion, defiende en su libro más reciente e influyente, Le pouvoir de la destruction créatrice (Odile Jacob, 2020), la importancia de la innovación tecnológica para el crecimiento económico y la productividad. El crecimiento económico y la mejora en la productividad en toda sociedad desarrollada tiene lugar, según Aghion, gracias a una dinámica de “destrucción creativa” en la que lo nuevo sustituye a lo anterior creando dinámicas de creación y destrucción que acaban generando una ganancia neta para el conjunto de la sociedad. No es un resultado de suma 0. Los datos demuestran, además, que la existencia de competencia intensa en un sector, lejos de ser un freno para la innovación, es un acicate que impulsa a los sectores de mayor valor tecnológico incrementando el liderazgo de estos y acelerando la sustitución o desaparición de los dotados de menor capacidad innovadora. Una política industrial inteligente sería, por tanto y según Aghion, aquella que cataliza estos mecanismos de sustitución basados en la innovación tecnológica y que no sobreprotege innecesariamente lo destinado a desaparecer.
Esta dinámica de destrucción creadora tiene ecos en la Naturaleza. Aquellos organismos (empresas) de mejor adaptabilidad al entorno (mayor competitividad) tienden a prevalecer y a sustituir los organismos menos aptos de su misma especie. Se trata, pues, de una forma de darwinismo económico en la que no están ausentes mecanismos de cooperación (altruismo) y de mutua interdependencia (ecosistemas estables). Quien sale ganando al final es la sociedad (o el ecosistema) en su conjunto. La innovación tecnológica es, pues, una forma de mejora de la adaptabilidad al entorno (necesidades no satisfechas) que impulsa el crecimiento económico global mejorando la productividad del conjunto.

